Esta exposición explora temas de tiempo, memoria y eventos de vida que moldean la transformación personal. Es parte de una narrativa inacabada que reflexiona sobre las raíces y antepasados de Oxana Kovalchuk, desarrollándose a través de descubrimientos de diversas culturas, idiomas y formas artísticas. 

Nacida en Kazajistán, los primeros años de Kovalchuk fueron influenciados por el desplazamiento forzado de sus abuelos de sus lugares de nacimiento, un evento que dejó una huella duradera en su memoria y en la historia familiar. Para Oxana, la memoria es vital, preservando las conexiones con el pasado, las tradiciones familiares y el patrimonio cultural. Sin embargo, reconoce que la memoria es compleja, a menudo alterada con el tiempo, mezclándose con la imaginación y la reinterpretación. 

Habiendo vivido en cuatro países diferentes, Oxana ha absorbido e integrado diversas influencias en sus obras de medios mixtos y collages de vidrio. Estas piezas superponen imágenes, texturas y objetos como hilos y fotos antiguas de la familia, creando un diario visual que captura eventos y personas significativas. La superposición en su obra simboliza la transformación y la adaptación, ilustrando cómo los recuerdos e impresiones se entrelazan para formar una imagen coherente de su vida. Esta exposición encarna el viaje continuo de Kovalchuk, destacando el valor perdurable de los eventos pasados, presentes y futuros a medida que su percepción del mundo sigue evolucionando.